El debate acerca del libre comercio se remonta a la era mercantilista, que comenzó en la Europa del siglo XVI y prosiguió hasta finales del siglo XVIII. El auge del comercio marítimo holandés e inglés desplazó la riqueza del sur al norte de Europa.
En el siglo XVIII, Adam Smith en La riqueza de las naciones insistió en que lo importante no es la riqueza de cada nación, sino la de todas las naciones. Y si se permite el libre comercio, el mercado crecerá continuamente y acabará enriqueciendo a todos los países.
En los últimos cincuenta años, la visión dominante ha sido la de Smith: casi todos los economistas occidentales afirman que las restricciones al comercio entre países entorpecen las economías nacionales. En la actualidad, las zonas de libre comercio como la Unión Europea (UE), la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ANSA o ASEAN por sus siglas en inglés), y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés) son la pauta. Levantar barreras al comercio internacional es hoy criticado y calificado de proteccionismo.
Formalmente, un Tratado de Libre Comercio (TLC) se propone la ampliación de mercado de los participantes mediante la eliminación de los derechos arancelarios y cargas que afecten a las exportaciones e importaciones. Asimismo busca la eliminación de las barreras no arancelarias, la liberalización en materia comercial y de subsidios a las exportaciones agrícolas, la reestructuración de las reglas y procedimientos aduaneros para agilizar el paso de las mercancías y unificar las normas fitosanitarias y de otra índole.
Entre 1950 y 2013 han proliferado zonas y acuerdos de libre comercio.
A finales de los años 1970, apareció una gran divergencia entre las finalidades de las instituciones que establecen el marco del comercio mundial y los intereses de los pueblos. El objetivo de la Organización Mundial del Comercio (OMC), lo que los negociadores del tratado transatlántico y de su contrapunto transpacífico cumplen paso a paso, es la instalación de la empresa en el centro de las relaciones sociales como forma universal de gobierno de las conductas, como modo de producción de la existencia individual, como horizonte de esperanzas. Ante nuestros ojos tiene lugar una metamorfosis que convierte las sociedades humanas en sociedades por acciones.
En efecto, el orden democrático no ha cumplido sus promesas y ha renegado de sus principios. El orden mercantil no tiene principios. El ejército de los lobbies sólo atiende al mandato del dinero.
En estos momentos hay una serie de TLC en preparación: TAFTA, CETA, TISA, TPP… Una serie de acrónimos que componen nuevas Tablas de la Ley comercial que pueden conmocionar el destino de más de mil millones de personas: una nueva ola de liberalización nos invade.
Para librarse de las obligaciones de la soberanía popular, el poder estatal se reorganiza en o al servicio de la gran empresa y se presenta seguidamente como la víctima de una irresistible fuerza exterior. El entramado de intereses estatales y comerciales aparece claramente una vez que se proyecta sobre el lienzo de las relaciones internacionales. Así pues, el TTIP y el TPP dibujan una pinza de cangrejo que agarra firmemente a China. Tal y como apunta el periodista Matthew Cooper, “la Administración de Obama habla de la asociación transpacífica como si se tratara de un acuerdo comercial global para el siglo XXI. Pero, en cierto sentido, se trata más bien de la OTAN del siglo XXI, un pacto económico más que una alianza militar” (1).
En este Punto de Vista hemos llegado a un acuerdo de colaboración con el diario PÚBLICO y hemos incorporado dos Anexos:
1.- ESPACIO PÚBLICO, el espacio de debate –abierto a todos los que se interesan por el cambio social y la emancipación– en el que se incorporan contribuciones de Susan George y de otros autores sobre el TTIP, al que califican como “el Tratado más dañino”.
2.- PÚBLICO en el que se revelan Los verdaderos acuerdos secretos de los cincuenta Gobiernos que negocian en absoluto secreto el Trade in Services Agreement (TiSA o Acuerdo de Comercio de Servicios), un pacto internacional en el que participan los 28 países de la Unión Europea pero de cuyo contenido sólo se han enterado los eurodiputados del Parlamento Europeo gracias a la filtración de Wikileaks, que Público ofreció en exclusiva para España y en la que colaboraron medios de comunicación de otros nueve países.
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NOTAS:
(1) Matthew Cooper, “The Trans-Pacific Partnership: An alliance of money over guns”, Newsweek, 24 de abril de 2015.