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Hay cuestiones que el conjunto de la sociedad debería haber dejado atrás. El hambre es, sin duda, la primera de ellas. “Nada ha influido más en la historia de la humanidad. Ninguna enfermedad, ninguna guerra ha matado más gente. Todavía, ninguna plaga es tan letal y, al mismo tiempo, tan evitable como el hambre”, nos dice el escritor bonaerense Martín Caparrós, que ha consagrado varios años de su vida a plasmar la realidad del mayor fracaso de la humanidad. Para ello ha viajado hasta aldeas de Níger, ha recorrido diferentes regiones de la India, ha llegado a Bangladesh, Kenia, Sudán, Madagascar, Estados Unidos, España y Argentina. El hambre se sitúa entre la crónica periodística y el ensayo. Es un golpe en los estómagos llenos, una herramienta para la concienciación y la indignación. “Lo más difícil de mostrar: los millones y millones de personas que no comen lo que deberían –y penan por eso, y se mueren de a poco por eso. El iceberg, lo que este libro trata de contar y de pensar”. En el mundo hay más de mil millones de personas que tienen dificultad para llenar sus estómagos con lo más básico y 25.000 personas mueren cada día por causas relacionadas con el hambre. Haciendo referencia a aquellos economistas liberales y altos funcionarios que explican con cierta tristeza y resignación que existe un hambre estructural (como hay un desempleo estructural o una pobreza estructural), nos cuenta Martín Caparrós que en sus “papeles de trabajo, el capítulo sobre Níger siempre llevó el título ‘el hambre estructural’: el hambre responde a condiciones profundas (...) y no tardé en darme cuenta de que estaba rindiéndome a cierta ideología. No hay tal cosa como el hambre estructural, inevitable. Siempre hay causas, razones, decisiones. Cuando te dicen estructural te están diciendo fatal, inalterable. Más trampas del burocratés”.
Sin duda, este no es el primer libro dedicado al hambre, organismos internacionales y gobiernos, además de ONG y universidades, han publicado estudios y anuarios sobre la cuestión. Caparrós se sirve de ellos. A las primeras páginas salta a la vista el enorme trabajo de documentación realizado. Y aquí viene el oficio de escritor: ordenar y hacer comprensible la miríada de información que tenemos disponible, levantar la vista del libro sabiendo que “el hambre de los más chicos suele ser un efecto del hambre de sus madres. Las mujeres, la mitad de la población mundial, representan el 60% de los hambrientos: hay muchas culturas donde la poca comida se reparte tal que los hombres reciben más que las mujeres: hambre de género. Cada día, 300 mujeres se mueren en el parto a causa de la anemia. Y mil parturientas más se mueren cada día por otras deficiencias nutricionales. Por eso, cada año nacen 20 millones de chicos que no se han formado plenamente y empiezan su vida con un peso menor del que deberían (...)”. Datos demoledores acompañados de historias de personas anónimas “ella me dice que a veces pone a hervir agua y le agrega algo, una piedra, cuando los chicos no la ven. – Entonces los chicos ven que estoy cocinando algo y yo les digo que va a tardar, que se duerman un ratito, que después los despierto. Y entonces sí se duermen más tranquilos”. El hambre no es una catástrofe inevitable. Caparrós, después de tantas historias e informaciones desalentadoras, termina su libro con la mirada puesta en la esperanza: “pensar cómo sería un mundo que no nos diera vergüenza o culpa o desaliento –y empezar a imaginar cómo buscarlo”. En definitiva, es un libro necesario para concienciarnos sobre un problema que sí tiene solución.
- Autor: Martín Caparrós
- Editorial: Anagrama
- ISBN: 978-84-339-6377-2
- Año de publicación: 2015
- Nº Páginas: 624
- Encuadernación: Rústica
- Tamaño: 240 x 150 x 32 mm