La misión de WikiLeaks, recuerda su fundador, Julian Assange, consiste en recibir información de informantes anónimos y periodistas censurados, publicar tal información y luego defenderse de los inevitables ataques legales y políticos. “De forma rutinaria, los estados y organizaciones poderosas intentan suprimir las publicaciones de WikiLeaks, diseñada para soportar este tipo de dificultades”.
En 2010 divulgó su serie de datos más conocida hasta la fecha, en la que reveló el abuso sistemático del secretismo oficial en el Ejército y el Gobierno de Estados Unidos. Estas publicaciones se conocen como Daño Colateral, los Diarios de la Guerra y el Cablegate, todos ellos aún vigentes cuando tuvo lugar la conversación, aquí reproducida, entre Assange, Eric Schmidt, director ejecutivo de Google, y Jared Cohen, director de Google Ideas. Schmidt y Cohen, además, tienen estrechos vínculos con la Casa Blanca y el Departamento de Estado.
La respuesta al encuentro, como demuestran los acontecimientos posteriores, ha sido un esfuerzo continuo y concertado del Gobierno de Estados Unidos y sus aliados para destruir WikiLeaks.
Assange detalla cómo los directivos de Google le interrogaron bajo el formato de una entrevista convencional, preparada a conciencia, para llegar al fondo de los resortes de la red que había puesto patas arriba la diplomacia norteamericana, tras las revelaciones sobre el espionaje a gran escala por parte de la Administración de Estados Unidos. “Nadie desea reconocer que Google se ha vuelto grande y malo, pero así es. El periodo de Schmidt como presidente y consejero delegado ha visto cómo Google, a medida que ha ido convirtiéndose en una megacorporación geográficamente invasiva, se ha integrado en las estructuras de poder más turbias de
Estados Unidos. Sin embargo, Google siempre se ha sentido confortable con esa proximidad al poder”. Assange desenmascara en este libro al gigante de la navegación por Internet. En 2012, Google obtuvo un puesto en la lista de los grupos de presión con mayor nivel de gasto en Washington, una lista habitualmente copada exclusivamente por la Cámara de Comercio de Estados Unidos, contratistas militares y los leviatanes del petróleo y el carbón. “Si un monopolio estadounidense de servicios por Internet desea garantizar su domino global del mercado, no puede limitarse a hacer su trabajo y dejar de lado la política. La hegemonía estratégica y económica de Estados Unidos es un pilar imprescindible de su primacía comercial. ¿Qué debe hacer una mega corporación? Si desea cabalgar a lomos del mundo, debe pasar a formar parte del genuino imperio del “No seas malo”. Assange advierte de que si el futuro de Internet es Google, mucha gente de todo el mundo debería empezar a preocuparse por buscar una alternativa a la hegemonía cultural, económica y estratégica de Estados Unidos. “El imperio de ‘No seas malo’ sigue siendo un imperio”. Y las revelaciones de Assange, como antes las de WikiLeaks, no dejan al lector indiferente.
utor : Harvey, David Editorial : Ediciones Akal, S.A. Código: 978-84-460-3941-9 Año de publicación: 2014 Lugar Publicación: Madrid Número Edición: 1 Nº de páginas: 336 Idioma Publicación: Español Encuadernación : Rústica Medidas: 24.00 x 17.00 x 2.00 cm
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La misión de WikiLeaks, recuerda su fundador, Julian Assange, consiste en
recibir información de informantes anónimos y periodistas censurados, publicar
tal información y luego defenderse de los inevitables ataques legales
y políticos. “De forma rutinaria, los estados y organizaciones poderosas intentan
suprimir las publicaciones de WikiLeaks, diseñada para soportar este tipo de dificultades”.
En 2010 divulgó su serie de datos más conocida hasta la fecha, en la
que reveló el abuso sistemático del secretismo oficial en el Ejército y el Gobierno
de Estados Unidos. Estas publicaciones se conocen como Daño Colateral, los
Diarios de la Guerra y el Cablegate, todos ellos aún vigentes cuando tuvo lugar
la conversación, aquí reproducida, entre Assange, Eric Schmidt, director ejecutivo
de Google, y Jared Cohen, director de Google Ideas. Schmidt y Cohen, además,
tienen estrechos vínculos con la Casa Blanca y el Departamento de Estado.
La respuesta al encuentro, como demuestran los acontecimientos posteriores, ha
sido un esfuerzo continuo y concertado del Gobierno de Estados Unidos y sus aliados
para destruir WikiLeaks.
Assange detalla cómo los directivos de Google le interrogaron bajo el formato
de una entrevista convencional, preparada a conciencia, para llegar al fondo de los
resortes de la red que había puesto patas arriba la diplomacia norteamericana, tras
las revelaciones sobre el espionaje a gran escala por parte de la Administración de
Estados Unidos. “Nadie desea reconocer que Google se ha vuelto grande y malo,
pero así es. El periodo de Schmidt como presidente y consejero delegado ha visto
cómo Google, a medida que ha ido convirtiéndose en una megacorporación geográficamente
invasiva, se ha integrado en las estructuras de poder más turbias de
Estados Unidos. Sin embargo, Google siempre se ha sentido confortable con esa
proximidad al poder”.
Assange desenmascara en este libro al gigante de la navegación por Internet. En
2012, Google obtuvo un puesto en la lista de los grupos de presión con mayor nivel
de gasto en Washington, una lista habitualmente copada exclusivamente por la
Cámara de Comercio de Estados Unidos, contratistas militares y los leviatanes del
petróleo y el carbón. “Si un monopolio estadounidense de servicios por Internet desea
garantizar su domino global del mercado, no puede limitarse a hacer su trabajo
y dejar de lado la política. La hegemonía estratégica y económica de Estados
Unidos es un pilar imprescindible de su primacía comercial. ¿Qué debe hacer una
mega corporación? Si desea cabalgar a lomos del mundo, debe pasar a formar parte
del genuino imperio del “No seas malo”. Assange advierte de que si el futuro de
Internet es Google, mucha gente de todo el mundo debería empezar a preocuparse
por buscar una alternativa a la hegemonía cultural, económica y estratégica de Estados
Unidos. “El imperio de ‘No seas malo’ sigue siendo un imperio”. Y las revelaciones
de Assange, como antes las de WikiLeaks, no dejan al lector indiferente.